Mentiras a medias, verdades sin contar

Hoy, tras una llamada necesaria, me he planteado muchas cosas que he hecho, dicho y, sobre todo, no he dicho. Cuantas verdades sin contar, siendo cómplice de auténticos matarifes sin escrúpulos o arrogantes hijos de mil putas que no son más culpables de pecado tras tirar muchas piedras y no precisamente para alejar al diablo como hacen los musulmanes. Recuerdo aquellas escenas sintiendo el regurgitar de bilis, prefiriendo asistir a una cena de los Borgia antes de repetir la experiencia (maldita leyenda negra).

Ya no me callo, para que. ¿Qué es lo peor que puede pasar?, ¿di? ¿Qué es más importante?: ser integro o cambiar de piel y seguir mudando como camaleón sin alma de sangre fría.

Antes teníamos preguntas sin respuestas, ahora ya no importa. Bella profesión podrida de gusanos en algunas partes, que no se han afanado en cortar o separar de la cesta para contaminar a otras porque la verdad, todo estaba corrompido.

No hace falta ejemplos, no hace falta nada. Esto es lo que tenemos y debemos afrontarlo. Me pregunto que será lo siguiente: derecho de pernada, juicio sumarísimo al simpático estilo de la santa inquisición... que importa, a mi desde luego no.