La terrorífica realidad supera a la ficción

De esto hace más de quince años, tal vez algo menos. No fue una experiencia propia, pero sí de dos compañeras que trabajaron aquella noche. Espero que si leen esto y recuerdan algo más de lo que me dispongo a narrar me lo hagan saber, pero recuerdo aquel momento con total precisión y que creo que será lo más fiel a la realidad.

Todo empezó una noche de guardia como otra cualquiera ¡Que equivocadas que estaban! El lugar queda eclipsado por el tiempo al igual que el día mas no tiene nada de relevante a la narración. La llamada entro por la central como otras muchas, pero era muy diferente; por lo menos lo supieron cuando un chico, el paciente, les abrió la puerta de su casa. Su mano diestra apretaba con fuerza los genitales, chorreantes de sangre, mas el comportamiento del chico era de completa serenidad. Esto fue lo que más llamó la atención de las profesionales que le asistieron. Les invitó a entrar siendo participes del macabro hallazgo en la pica del lavabo completamente ensangrentado: se había cortado el pene, el cual reposba sobre la porcelana como testigo atroz del macabro ritual que se llevó a cabo. El auto-agredido se comportó de manera ejemplar: se dejó tomar las constantes como era protocolo, descubrieron para asombro que su pulso era normal, ni siquiera taquicardia; la tensión era más que perfecta, complementada con la saturación de oxigeno en sangre.

- ¿Por que lo has hecho?

Al preguntarle el chico las miró, sin vergüenza o enojo. La contestación dejó sin palabras a los allí reunidos, mientras que el mutilado observaba sin darle importancia aquel trozo de carne que a no mucho formaba parte de él:

- Lo he hecho por el bien de la humanidad.

La ficción es simplemente eso: ficción. Nos gusta las películas de miedo o bien series en las que un grupos de humanos intentan sobrevivir a apocalipsis zombies, porque sabemos que «eso» no es real. Lo que realmente nos aterra es que así lo sea, y el mundo en el que vivimos si que es a la par de maravilloso es aterrador.