Qué mundo más extraño

Imaginad por un momento que viniera una raza alienígena y nos visitara. Sí, lo sé. ¡Que locura!, pero para eso tenemos la imaginación que ha sido desde siempre fuente de inspiración y para más carambola, en ocasiones acierta de pleno.

Imaginad que nos miran desde su nave y observan con detenimiento nuestro entorno. Que extraños que somos, ¿no? Supongo que desde el punto de vista racional de otra raza venida de otros mundos y con la capacidad intelectual, psíquica y tecnológica de recorrer grandes distancias, estarán más que curados en espanto de lo que han podido estudiar por su historia o han vivido en otras civilizaciones: apuesto que la nuestra se lleva la palma de oro en el pódium de capullos al volante.

Somos una raza (incluyendo a todo el mundo) de lo más dispar, capaces de las cosas más maravillosas y de las putadas con más sinsentido de la creación. Ya partiendo de la base que nos creemos el ojo del universo ya es de mucha pedantería, si bien pienso que hemos errado en la posición del ojo.

¿Qué verían?, pues verían a una raza enfrascada por conquistar el universo sin ni siquiera conocer y respetar el resto del planeta.

Observarían como los astronautas viajan al espacio mientras que los argonautas perecen en el mar presas de la codicia de las mafias piratas.

Contemplarían con autentico pasmo como tiramos toneladas de comida cada día mientras que muchos otros millones pasan necesidad.

Analizarían el carácter humano de cómo un hombre o mujer, daña o esclaviza a su pareja por mantenerla junto a su lado con la excusa de “quererla”, no de amarla.

Examinarían la historia de la raza humana, incrédulos al ver que repetimos los mismos errores llevados por las palabras envenenadas de líderes sin alma.

Estudiarían las especies que conviven con nosotros y las muchas otras que hemos extinguido sin poder comprender el cómo y el porqué de nuestro egoísmo.

Notaria nuestra ausencia de valores morales con la doble vara de medir que tenemos contra nuestros semejantes, opinando sobre esto o aquello sin pararse a pensar que le ha pasado en su vida o cómo diablos llegó a esa desesperada situación.

Mirarían, en definitiva, que no somos actos pata viajar al espacio. Sabrían con toda certeza que nuestra gesta está predestinada al fracaso más absoluto y no porque no vayamos colonizar o visitar otros planetas, sino porque traeremos a ellos los mismos errores que no hemos sabido reparar en nuestro pequeño azul agonizante; colapsado de micro plásticos y saturando de gases y contaminación todos los rincones de nuestra madre Gaia.