¿Quién colgará la espada de Damocles?
- Ramón Ballesteros Maldonado
- 11 may 2021
- 2 Min. de lectura
He de admitir que siento admiración (que no es lo mismo que idolatrar) a mucha gente. Entre ellos a personajes históricos como Jesús de Nazaret, fuera de cualquier paralelismo con la fe me refiero al Jesús histórico: un rabí de palestina nada convencional para los cánones de un judío en el Israel tomado por el imperio romano. Admiro a gente como mis abuelos o nuestros padres, trabajadores que han levantado un país después de quedar completamente arrasado por una de las muchas guerras civiles que hemos tenido en España. A la Gente sabia, piadosa y culta que persiguen el bien y la razón. Pero si realmente tengo que destacar a un grupo nada comparable a los recién nombrados, a la par de no ser un ejemplo para nadie cuerdo, son: los que les suda la polla todo, les chupa un huevo la opinión de los demás, se la sopla lo que les digan, se la trae al palio todo y a todos, les resbala hacer las cosas mal o bien, no tiene remordimientos por nada y no son consecuentes con sus propios errores o son, para ir acabando, completamente inmunes a su propia responsabilidad como ser humano o como para sus congéneres.
Son mis envidiables ejemplos de como se puede sobrevivir en esta sociedad restructurada en valores y moralidad. Eso no quiere decir que yo sea casto o que suprima la libertad mas el progreso por el progreso o la geta por tener opinión que difiera con la mía me hace pensar que cualquier soplapollas puede decir, hacer y rebatir, aunque no tenga ningún fundamento ni preparación previa.
Así como decía un magnifico tango «Cambalache» de Enrique Santos Discépolo, y también cantado magistralmente por Carlos Gardel:
«Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador
Todo es igual, nada es mejor
Lo mismo un burro que un gran profesor…»
Y os preguntareis ¿Cómo puedes admirar a ese tipo de gente? Sencillo: son supervivientes natos de esta sociedad; al igual que nuestros antepasados necesitaban ingenio y fuerza física para sortear los obstáculos de la supervivencia extrema contra otros depredadores, ellos han sabido adaptarse al medio actual con soltura, sin esperar una depresión o ansiedad que les afecte o bien sin más molestias que representa esa pequeña voz de nuestro interior que nos susurra que aquello que hacemos a nuestros semejantes no esta bien, o no es justo.
Se que estamos condicionados por nuestra educación y entorno, pero creo de todo corazón que dentro de cada uno de nosotros hay una matriz universal que sabe lo que es correcto y lo que no, indiferentemente del fin que persigamos o los objetivos que nos planteemos, y las herramientas que utilicemos para conseguirlos. Aplastar el cuello a un rival o apuñalar a tu mejor amigo son prácticas que vistas del punto de vista que se precie, son censurables. No, no todo vale y a la opinión de unos no es lo mismo que la opinión de otros; no es lo mismo el que quema libros en una plaza que el que enseña a pensar por uno mismo a los alumnos de un colegio. No jodamos.
Comments