Matar con balas de plata
- Ramón Ballesteros Maldonado
- 21 feb 2021
- 2 Min. de lectura
En la mitología de ciertas creencias o supersticiones, la plata (como material puro) es terrible contra los licántropos y, en algunos casos, contra los vampiros. Hoy en día ya no hace falta ni siquiera un Abraham van Helsing para dar caza a los no muertos o un gólem para borrar la primera letra de Emet para darle muerte.
En la actualidad los monstruos que aterran están en las pantallas de cualquier dispositivo: en las noticias, YouTube y el resto de la telaraña. Esas entidades no paran de hablar, transmitir y socavar la conciencia de aquel atrapado en su ámbar hasta consumir su humanidad par ser esclavo de su voluntad. Al igual que los brujos Bokor de Haití, los nuevos gurús y profetas de las redes nos cincelan en nuestra mente la idea básica de aquel emperador romano: divide et livorem superem. Si no estás conmigo, eso quieres decir que, irremediablemente, estas contra mi y viceversa.
Ya ni se molestan en disfrazarse de oveja para entrar en nuestra razón, manchada su pelaje con la inmundicia cotidiana y la sangre de sus victimas (perdónenme los lobos).
Dioses y avatares que sustituyen a golpe de látigo el trono de Dios o de cualquier fe para implementar la suya propia; vomitando una y otra vez las heces sobre el oído de los pobres tormentos cuya voluntad esta corrompida y envenenada por el odio.
¿Cómo librase de su yugo?, no es fácil, pero si posible. El ajo funcionaba bien para repeler a Das vampire y paradójicamente no dista mucho de la realidad. El hecho de no encender la tele es ya un logro no exento de mi absoluta admiración. Perder un solo ápice de nuestro tiempo (tiempo=vida) en escuchar las soberbias soplapolladas de neuróticos enfermos de su propio ego nos hará infelices. ¿Qué hacer? ¡Evolucionar!, cambiar el rumbo como observador de un mundo en declive del que saldrá, espero que no a mucho tardar, un lugar mejor.
Aun así, de buen grado, acepto consejos.












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