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En manos de tu némesis

  • Foto del escritor: Ramón Ballesteros Maldonado
    Ramón Ballesteros Maldonado
  • 6 may 2021
  • 2 Min. de lectura

Ya acabaron las elecciones en Madrid, ¡al fin! Y nos queda la inevitable pregunta: ¿y ahora?

Ahora viene la calma chicha, la tranquilidad después de la tormenta para quedar… como siempre; como si nada, falso, miente, trolla, farol.


Nuestros beatos políticos se colocan en posición, arrebatando los lugares que les perteneció a otros, contando los votos como duendes roñosos sedientos de poder. Cuanto más tienen más quieren, síntoma inequívoco de una enfermedad parasitaria y de fácil contagio que es la codicia.


¿Y ahora? La respuesta sigue siendo la misma: nada; nada cambia, nada se hace, nada se dice en bien de lo ajeno a los bolsillos sin fondo de marionetas puestas a dedo por algún titiritero más listo, hábil e inmensamente rico que quiere más riqueza. ¿pensamos que los bancos, asociaciones, testaferros, dan dinero a las campañas políticas por nada?

El gusano parasitario escarba dentro de los mortales despojos alimentándose de cualquier atisbo de humanidad y razón (siempre y cuando no sea para ganar más poder) y así terminar por desnutrir de alma a otro ser humano. Pero allí no se detiene, no: siempre busca más víctimas para ello. No es el único parasito, los hay de infinidad de subgrupos, especializados en su función. Los hay que se alimentan del miedo, otros de la vanidad; también en aquellos que depositan su confianza (en esto se encarga el mismo gusano) por medio de los votos que depositamos en las urnas con la esperanza de que ahora todo irá muy bien… pero eso no pasará.


Siempre me he hecho una pregunta, y recientemente se lo comentaba a una psicóloga: si yo, como sanitario, tengo que hacer frente a ciertos exámenes o cualidades, o un funcionario que debe pasar duras pruebas y psicotécnicos -actitud, empatía, etc- ¿Qué requisitos deberán pasar aquellos que son nuestros representantes en el gobierno? ¿Imagináis poner a un psicópata o sociópata al mando de un país? Según el psicólogo Robert D se calcula que hay un 1% de psicópatas en todo el mundo. Esto nos deja una friolera de 76.740.000 de sujetos insensibles, egoístas, despreocupados por el bienestar ajeno y que no sienten empatía ni culpa. Pero lo mejor es que se calcula que el 4% de los cargos políticos, ejecutivos o que ostentan altos cargos públicos son irremediablemente psicópatas. De hecho, no puede ser de otra forma ¿Cuántos conocéis que han ascendido, en cualquier puesto, sin pisar el cuello de alguien que le hacía sombra?


Por supuesto la respuesta de la psicóloga fue clara y concisa: «no hay ningún mecanismo que evalúe o dicte a un dirigente político como apto/no apto para el cargo por su salud mental».


Y estos son los que, con palabras bien estructuradas por buenos guionistas y un extenso equipo multidisciplinar a sus espaldas, nos dicen lo que queremos oír; éstos nos van a sacar del atolladero. Lo llevamos claro.


Fuentes:







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